lunes, 23 de febrero de 2009

¿CÓMO PODEMOS MEJORAR NUESTRO MUNDO?

La transición de un sistema económico caduco y viejo hacia otro nuevo no será nada fácil, pero si mantenemos la Visión del Mundo que Queremos, todos los esfuerzos que hagamos habrán merecido la pena. Tendremos el privilegio de vivir grandes momentos históricos: veremos como la brecha entre ricos y pobres irá disminuyendo y como la distribución de la riqueza, por fin será un hecho que podremos contemplar; al mismo tiempo veremos como desaparecerán progresivamente la pobreza y el hambre sobre la tierra. Todo ello lo podemos conseguir a través de la revolución del consumo consciente. En ésta revolución de consumo podemos participar todos, mediante la instauración en nuestras vidas de unos nuevos hábitos de consumo responsable. Simultáneamente, mostraremos nuestro cambio de actitud consumista, mediante un sencillo símbolo que nos identificará como participantes en la huelga tranquila (HT).

La huelga tranquila consiste en participar activamente en una, dos o tres de las siguientes huelgas y asimismo darlas a conocer a los demás:

La huelga de publicidad: Cuando vemos televisión y cada vez que salga publicidad, cortaremos el sonido o cambiaremos de canal. Con éste simple acto, impediremos que los mensajes publicitarios no logren su objetivo sobre nosotros ni sobre nuestra familia. Aunque no prestemos atención a los anuncios, éstos de forma inconsciente, ocupan un espacio en nuestro cerebro, y en la mayoría de las ocasiones terminan condicionándonos inconscientemente en muchas de las elecciones de consumo que hacemos. Por otra parte, privaremos a las grandes empresas de su poder de incitación al consumo y pondremos fin a su capacidad de manipulación de nuestros deseos y necesidades. Paralelamente, intentaremos no dar audiencia a los programas de TV basura y a los noticiarios que difundan principalmente tragedias, atentados y crímenes. Tampoco nos ayuda ver películas cuya trama se desarrolla junto a escenas violentas y sangrientas. En la mayoría de los casos, el exceso de noticias sobre violencia, robos, asesinatos, tragedias y destrucción que nos muestran los programas informativos, y sobre todo la forma en que los presentan, nos producen desasosiego, indignación e impotencia, pues generalmente nada podemos hacer y de poco nos sirve conocerlos; más bien, nos suelen generar miedos y preocupaciones. Evidentemente, no podemos ni debemos huir o rechazar tales noticias, pues nos muestran el lado de la naturaleza humana que no queremos conocer, pero busquemos otras vías para informarnos de las noticias de actualidad, que nos presenten la realidad que sí nos interesa conocer y que además nos estimulen a actuar, como por ejemplo, haciéndonos ver la raíz de los graves problemas que aquejan a la humanidad, para así poder tomar decisiones certeras a la hora de actuar. Veamos únicamente, emisiones televisivas que nos den conocimientos útiles, que nos hagan más despiertos y nos estimulen interna y espiritualmente. Demos audiencia a las emisiones y publicaciones que nos transmitan esperanza, y a las que nos aporten conocimientos que nos sirvan para entender y solucionar los problemas de actualidad. Prestemos atención a la información verdaderamente importante para nosotros a través de la TV y radio cultural, magazines científicos, reuniones, cursos, conferencias, libros, charlas entre amigos, Internet, etc.

La huelga verde: http://laguiaverde.blogspot.com/

La huelga del consumo: Haremos lo posible por aplicar los siguientes criterios de consumo responsable:

  1. Comprar productos locales, regionales o nacionales elaborados en pequeñas o medianas empresas. Nunca consumir productos procedentes de grandes compañías o multinacionales que generalmente compran materia prima y elaborada sin criterios de comercio justo e incluso la mayoría de las veces, abusan de mano de obra infantil o muy barata procedente del injustamente llamado “tercer mundo”. Comprando así, empezaremos a evitar que se continúe explotando laboralmente a millones de seres humanos.

  1. Comprar productos que se comercialicen bajo criterios de “comercio justo”, siendo éste un sistema de comercio alternativo que favorece el desarrollo sostenible. El comercio justo se puede definir como un movimiento social, integrado por productores, comerciantes y consumidores que trabajan por un modelo más justo de intercambio comercial, con pocos o ningún intermediario, posibilitando el acceso al mercado de los productores más desfavorecidos.

  1. Consumir productos de alimentación ecológicos, o en su defecto, aquellos que sepamos de alguna forma que proceden de cultivos o animales no manipulados genéticamente. En este sentido, Greenpeace edita regularmente una guía de alimentos comercializados no transgénicos.

  1. No comprar productos que se hayan testado con animales. Sobre todo en cosmética, comprar sólo productos que lleven el símbolo de certificación de no testado con animales o al menos que estén certificados como cosmética natural o ecológica.

  1. Comprar sólo lo estrictamente necesario.

  1. No comprar con tarjetas bancarias. Usarlas sólo en los cajeros automáticos para sacar dinero y para consultas.

  1. Confiar nuestros ahorros a la banca ciudadana (cooperativas de crédito) o a instituciones solidarias que favorezcan el desarrollo de países subdesarrollados y/o de grupos sociales desfavorecidos, como por ejemplo a través de la “banca ética”. Estos bancos que apoyan el comercio justo, cooperan con proyectos de desarrollo sostenible y suelen participar en “los países del SUR” mediante sistemas de microcréditos.

  1. En la medida de lo posible, donar parte de nuestros ahorros a personas o familias necesitadas de nuestro entorno, o bien a causas solidarias que podamos seguir y supervisar.

Al mismo tiempo, intentaremos sanear nuestras economías domésticas simplificando nuestro estilo de vida, reduciendo gastos y unificando o cancelando préstamos. En cuanto a los bienes materiales que ya no sean útiles para nosotros, los venderemos en el mercado de segunda mano, los cambiaremos mediante trueques o simplemente los donaremos.

La huelga de consumo es la más difícil de practicar, pero también es la más efectiva. El efecto colateral que probablemente llevará aparejado es el desempleo, siendo entonces necesario apoyar todas las iniciativas y proyectos empresariales que respeten los criterios de comercio justo. Apoyaremos a todas las pequeñas y medianas empresas que surjan como consecuencia del mercado disponible que dejarán las multinacionales cuando comiencen a cerrar sus factorías y establecimientos.

Como último apunte importante, hay que saber que en España desde hace más de 20 años existen iniciativas de ciudadanos que reúnen sus ahorros, con la forma jurídica de cooperativa de crédito, para financiar y ayudar a otros ciudadanos con dificultades económicas y necesidades de financiación para proyectos solidarios y sostenibles. Los grandes medios de comunicación lo ocultan porque no interesa que la ciudadanía lo sepa. El 70% de los medios de comunicación del planeta están en manos de siete poderosas multinacionales que dominan el mundo editorial, producción de programas y series televisivas, películas, prensa y por supuesto radio y televisión. A su vez estas multinacionales son controladas por influyentes magnates de la banca y las finanzas. Por tanto, es obvio que de tales proyectos de banca popular nada se diga, puesto que no interesa que los ciudadanos de a pie se puedan convertir en banqueros y autofinanciarse entre ellos.

La “banca ética social y ciudadana”, una vez adscritos a una de ellas, nos permite participar activamente en sus asambleas e incluso formar parte de algunos de sus consejos de gobierno. Sus principios son de coherencia, trasparencia, participación y democracia. Financian actividades económicas que tengan un impacto social positivo y transformador. Reúnen a personas y entidades no interesadas en maximizar beneficios económicos, puesto que su fin último es la del beneficio social. Y por último, pretenden constituirse progresivamente como entidades financieras significativas que puedan gradualmente sustituir o provocar la transformación de la banca convencional, ofreciendo paulatinamente una mayor gama de productos y servicios.